Por Camila Vera S. Kinesióloga tomecina.
«Es muy posible que la gran mayoría de las personas que leerán esta columna, haya visto a un niño, niña, adolescente o adulto mostrando un comportamiento extraño, distinto, fuera
de lo que considerarían “normal». Si es así, habrán pensado probablemente: “¿que le pasa?”, “Qué vergüenza el show del niño!” , “Esa mamá debería controlar a su hija»…
Cuando pensamos y en ocasiones actuamos de una manera agresiva o crítica, cuando juzgamos y somos pocos empáticos, cuando desconocemos todo sobre el espectro autista,
podemos llegar a ser una barrera social y actitudinal muy grande para todas aquellas personas que están dentro del espectro y sus familias.
Durante esta pandemia hubo momentos en que nos sentimos encerrados sin entender muy bien que pasaba, los chicos con TEA también sintieron lo mismo, dejemos ya de hablar de que «están en su propio mundo» y que no participan del nuestro, debemos entender que formar parte del espectro no limita su vida, son personas capaces de lograr muchas cosas, son muy inteligentes y hábiles en muchas áreas, es sólo que su percepción del mundo, mismo mundo que tu y yo, es distinta y más intensa.
Como ya nos hemos dado cuenta, estamos recién comenzando este gran camino hacia un mundo inclusivo, por lo que la cantidad de información que desconocemos es bastante amplia. Sin embargo, valores como la empatía, la solidaridad, el respeto y muchos más, no se aprenden en un articulo científico y es lo único que necesitamos para ser parte de una sociedad activa y participativa que se movilice día a día por eliminar las barreras sociales que enfrentan las personas en situación de discapacidad.
A veces es tan sencillo poder entregar un granito de arena como ciudadano y no es necesario una gran inversión de dinero para generar cambios actitudinales en nuestros vecinos y amigos. ¿Qué tan complejo puede ser imprimir un folleto con pictogramas para
señalizar y facilitar la información en los locales, oficinas y servicios públicos y privados?, ¿Será factible que aquellos pequeños y grandes locales comerciales tengan 1 hora de silencio al día ? , y mucho más fácil aún: ¿Podemos dejar de juzgar a aquellos que no siguen nuestros patrones de «normalidad»?, ¿Dejaremos de señalar con el dedo a esa madre y su hijo cuando veamos una crisis en algún lugar público?.
Estos no son más que cuestionamientos a los que los ciudadanos deberán responder, pero que espero hayan hecho «clic» en más de uno.
Recuerda, pequeños cambios hacen grandes diferencias.