Por el profesor Elías Basualto C.
-Ya ha transcurrido más de un año desde que se confirmó el primer caso de Covid 19 en nuestro país, una epidemia que ha afectado a todo el mundo y que ha modificado de manera radical nuestra calidad de vida. En todo este tiempo los números de casos confirmados crecen a diario, y se lamentan de manera sensible las pérdidas humanas a raíz de este flagelo.
Esta situación nos lleva a una profunda reflexión como criaturas que han poblado el planeta a lo largo de siglos, en los cuales nuestros ancestros han debido lidiar en una situación muy desmejorada frente a plagas y pandemias de mayor envergadura. Por fortuna, los avances científicos han logrado detectar las causas de dichas enfermedades, y han llevado a cabo innumerables pruebas y estudios que han permitido anticiparse al contagio a través de las vacunas, lo cual han hecho que terribles males como la lepra, la viruela, el sarampión, la fiebre amarilla, la tuberculosis y la poliomielitis, por citar algunas de las enfermedades que más muertes han causado en el planeta, hayan sido prácticamente erradicadas.
Junto con el desarrollo de investigaciones científicas, con el tiempo también se descubrió la importancia de la higiene y limpieza del entorno como medida básica para prevenir enfermedades como el cólera, la diarrea, la hepatitis y la peste bubónica. Es así que la población mundial se ha multiplicado por 7 sólo en los últimos 3 siglos en el planeta, la esperanza de vida supera los 75 años y la mortalidad infantil es insignificante en nuestro país.
Todo lo antes mencionado apunta a que en estos tiempos estamos en condiciones óptimas para enfrentar pandemias como la que hoy nos tiene confinados, con las actividades económicas semiparalizadas y con gran parte de la población esperando a recibir su vacuna a pesar de la desconfianza injustificada que esta provoca a raíz de publicaciones de dudosa rigurosidad científica.
Pero para poder enfrentar con éxito este desafío, es imprescindible no bajar la guardia en materia de prevención: el uso obligatorio de mascarillas, guardar distancia entre las personas, evitar asistir a reuniones de manera presencial, el lavado frecuente de manos, y mudarse inmediatamente de ropa si han tenido que salir de casa y han tenido contacto físico con otras personas.
Solo esperemos a que este peligro pase, para poder volver a disfrutar de esa rutina que hoy extrañamos.